En Súper Tokio Radio e International Press estamos en campaña permanente sobre la prevención de desastres, pero ahora abrimos mucho más el abanico de artículos, podcast, consejos y discusiones sobre el tema. El creciente número de eventos altamente destructivos, con gran impacto en la vida de las personas y en la economía de Japón, nos obliga a revisar y reflexionar sobre lo que debemos hacer individual y colectivamente.
No mucha gente tiene una comprensión precisa de si los desastres naturales en realidad están aumentando o si el daño se está expandiendo. La única forma de lidiar con la ansiedad es entender bien los hechos y tomar medidas efectivas.
Entre 1985 y 2018 los tifones representaron con el 57,1% el mayor número de casos entre los principales desastres naturales, seguidos por los terremotos (17,9%), inundaciones (14,7%), deslizamientos (6%) y erupciones volcánicas (4,3).
Por impacto destructivo, los terremotos causan, con el 82,8%, los daños más graves, seguido de los tifones e inundaciones.
En particular, las lluvias torrenciales de julio de 2018 en el oeste de Japón causaron graves daños en una amplia zona, que significaron uno de los peores eventos de la historia con precipitaciones que superaron los 50 mm por hora, que es un aumento promedio de 1,4 veces más que hace 30 años. Se teme que las inundaciones continúen ocurriendo con mayor frecuencia debido a los efecto del cambio climático.
Un análisis de la Agencia de Pequeña y Mediana Empresa de Japón mostró cómo ha crecido la tendencia en el número de desastres a partir de 1991 frente al número de incidentes de 1971 y con pérdidas económicas que llegaron a 1.136 millones de dólares entre 1986 y 1990 y a 2.227 millones de dólares entre 2011 y 2015 a causa de los grandes terremotos de Hanshin-Awaji (1995) y Tohoku (2011).
Desde entonces, Japón ha sufrido por desastres naturales a gran escala desde el oeste al este. La topografía, geología, clima y otras condiciones han hecho al archipiélago cada vez más propenso a estos eventos de los que ningún habitante del país puede permanecer ajeno.
Cada uno de nosotros debemos ser conscientes de los riesgos que nos trae la naturaleza por lo que debemos prepararnos constantemente para hacerles frente.